La mayoría de las familias considera que la residencia es la mejor opción para sus mayores por los beneficios que implica respecto a vivir en el domicilio personal.
Aunque todavía hay ciertos estigmas, el uso de residencias sigue siendo la principal alternativa para el cuidado de nuestros mayores. Primero por su salud y cuidado personal y diario, y después por las facilidades que supone para familias en las que no se dispone del tiempo o espacio suficiente para sus cuidados, ya que seguramente necesiten unos cuidados más específicos, profesionales y continuos.
Está claro que no hay nada como el amor y el cariño de un ser querido y el hogar propio. Desde El Cel Rubí sabemos que todavía cuesta entender que no disponer de tiempo para atender a las personas mayores y hacerse cargo es complicado con trabajo y la vida ajetreada de hoy en día, por lo que estar en un centro de día o residencia presenta numerosas ventajas.
En las residencias se satisfacen todas las necesidades de atención y sobre todo de forma profesional, hay tiempo libre y ocio, se tiene atendida la parte médica y social, se participa en las actividades, hay terapias ocupacionales… Y esto no es baladí: por la inercia social de España, y también como consecuencia de los estragos de la Covid-19, hay un mayor número de personas mayores que viven solas. Precisamente, durante la pandemia muchas de ellas se quedaron solas en sus hogares y quizá con déficit de atención, especialmente del tan necesario contacto social.
Las personas de más de 65 años que viven solas, en cifras
En España, se ha duplicado el número de personas mayores de 65 años en menos de 30 años, y supone el 18,5% de nuestra sociedad. Se estima que en los próximos 30 años las personas mayores de 65 años estarán por encima del 30% de la población -casi 13 millones-, siendo hoy por hoy España el país más envejecido del mundo.
En nuestro país, actualmente, 4.849.900 de personas viven solas. De esas casi cinco millones de personas, el 43 % tiene más de 65 años, y de ellas, siete de cada 10 son mujeres. Así, hay 1,5 millones de mujeres mayores de 65 años que viven solas frente a los 620.400 hombres.
Es decir: según los datos del INE en 2021, el 10,2% de la población en nuestro país vive en solitario, y casi la mitad son personas mayores de 65 años. Y lo que es más alarmante: según las previsiones del Instituto Nacional de Estadística en su Proyección de Hogares 2020 – 2035, la cifra irá aumentando hasta los 5,8 millones en 2035.
Por tanto, ha habido un incremento exponencial del 6% de hogares (130.000) en los que vive solo una persona, en apenas un año. Unos datos que cobran especial relevancia tras la pandemia de Covid-19. Como consecuencia del coronavirus, el número de personas que viven solas se incrementó un 2,0% en 2020 (respecto a 2019).
Dicho de otra forma: en 1 de cada 10 viviendas en España habita una persona mayor sola. Por comunidades autónomas, Cataluña es la región con más mayores viviendo solos, seguida de Andalucía y Madrid.
Además, y por grupo de edad, los hogares unipersonales de personas de 65 y más años aumentaron un 6,1% en 2020. De hecho, más de 850.000 viven solas y tienen 80 o más años. Unos datos que reflejan que las personas ancianas son cada vez más… y viven más solas.
El hecho de cada vez más personas mayores vivan solas en sus casas en España apareja unos riesgos importantes desde el punto de vista sanitario o de seguridad.
Esta situación puede conllevar diversos problemas. Más allá de posibles fallos en la toma de medicamentos, caídas no atendidas, etc. están las propias consecuencias negativas de la soledad, como la falta de atención o depresión, lo que reduce la calidad y esperanza de vida de nuestros mayores.
Ventajas de vivir en una residencia
Las residencias para mayores son centros abiertos que acogen a personas que, por lo general, sobrepasan los 65 años, siendo el perfil mayoritario de quienes entran a vivir en ellas los mayores de 80 años. Habitualmente, acuden personas con algún tipo de dependencia que les imposibilita vivir de manera autónoma, o que pueden valerse por sí mismos pero que, por varias circunstancias, no es factible que residan en su propia casa o que vivan junto a algún familiar, pariente o amigo. Sea como sea, las residencias son lugares muy adecuados para que vivan las personas mayores, sean o no sean dependientes.
Al respecto, algunas de las principales ventajas de vivir en una residencia para mayores son:
- Disponen de personal cualificado y atención médica continuada. Tener personal sanitario todos los días de la semana y en cualquier momento es una garantía de seguridad y de salud.
- Las residencias suelen estar adaptadas para atender todos los niveles de dependencia y patologías que afectan a las personas mayores. Los residentes no están limitados para desplazarse, y los espacios están perfectamente adaptados para sillas de ruedas. Así, los aseos y las duchas son anchas y los pasillos están libres de cualquier obstáculo.
- Servicios como seguimiento de sus prescripciones médicas, atención sociológica y psicológica, rehabilitación muscular o vigilancia.
- La estancia también puede ser temporal y regresar al domicilio familiar cuando se desee.
- Los menús diarios para personas mayores, adaptados a sus necesidades y gustos, es otro de los valores a tener en cuenta.
- Las residencias son casas grandes donde viven muchas personas, son una gran familia, pueden disfrutar de tiempo fuera con sus familiares y de las atenciones profesionales que brinda el personal del centro, y sobre todo mucho cariño.
La importancia de la socialización
Si hay una característica que define a las residencias de personas mayores y que mejora ostensiblemente su calidad de vida es la socialización. De entrada, en una residencia se está rodeados de personas en situaciones similares, por lo que resulta muy sencillo poder socializar.
Acompañados y supervisados por el personal del centro, nuestros mayores cuentan con la compañía de los demás residentes para conversar y compartir el tiempo y el ocio. Alejar la soledad es crucial para el bienestar personal.
Más allá de poder recibir todas las visitas de familiares y amigos que deseen, como si estuvieran en su propio hogar, el hecho de poder charlar y realizar actividades compartidas a diario permite que los mayores mantengan su autonomía, se sientan útiles, estén activos y estimulen la mente, lo que ayuda a prevenir y controlar la demencia. Una patología que, como es sabido, afecta de forma especial a este colectivo.
Por ello, en El Cel Rubí contamos con un amplio programa de actividades ocupacionales y culturales. Hablamos de talleres de costura y de cocina, visionado de documentales y debates, bingo, etcétera. Disponemos de actividades en paralelo para poder ofrecer distintos talleres según los gustos de los usuarios, somos un centro ‘vivo’ que evoluciona con quienes residen en él.
Por ejemplo, cada mes se celebra el cumpleaños de los residentes tanto con los demás como con la familia. Y cada año se celebra precisamente la fiesta de la familia, en la que los parientes se incorporan a la dinámica del centro y se realiza una comida festiva. Realizamos también terapias sensoriales en el espacio Snoezelen, usamos gamas de realidad virtualidad para fomentar la reminiscencia, y de forma voluntaria, para fomentar la autoestima y el sentirse útil, quienes lo deseen pueden ayudar a la hora de poner la mesa, doblar toallas y baberos, etc.
También contamos con un programa donde los residentes pueden, acompañados de otros familiares y voluntarios, acceder a sitios particulares del barrio, recordar vivencias pasadas y sentirse identificados. Además, hay encuentros intergeneracionales con algunas escuelas, talleres solidarios donde se realizan productos artesanales para venderlos y destinar los beneficios a proyectos sociales de su elección.