En El Cel de Rubí trabajamos con un programa de Atención Centrada en la Persona (ACP) fundamental para el ingreso y la estancia de las personas mayores en nuestros centros: la Historia de Vida.

En este post, vamos a conocer a fondo esta metodología que ayuda de forma decisiva a facilitar el ingreso y la nueva vida de los residentes en los centros, mejorando las relaciones familiares y con los trabajadores y evitando la exclusión social.

¿En qué consiste la historia de vida?

Este proceso, que realizamos con el ingreso de cualquier persona en nuestra residencia de ancianos de Rubí, trata de conocer los pormenores y detalles, así como el contexto y las experiencias vividas, para de esta manera saber más y mejor, desde el inicio, los gustos y habilidades de cada usuario.

Conociendo su historia vital, hacemos que sus primeros pasos y la adaptación a su nueva vida y hogar sea más sencilla. Por ejemplo, podremos definir, dentro de lo posible, qué preferencias tiene sobre su estancia, lo que le gusta desayunar, las comidas que le gustan y las que no, para poder ofrecer un alternativo… Además de poner en común esas actividades y habilidades que cada uno posee para poder relacionarse con personas que tengan las mismas y, sobre todo, para incluirla en el programa de actividades.

En definitiva, la historia de vida de los residentes nos permite conocerles con mucho detalle y usar sus biografías para darles voz y voto, reforzar su identidad y su rol dentro de la residencia, potenciar su dignidad y hacer de este intercambio de información un reconocimiento a su memoria y a su vida.

Los objetivos de la historia de vida de los residentes

Poniendo al nuevo residente como eje central, el objetivo de apostar de conocer y confeccionar la historia de vida de cada residente es que todo el equipo de profesionales trabaje de forma conjunta para conocer en profundidad a cada uno de los mayores, sus preferencias y necesidades, saber cómo quiere ser atendido y en definitiva mejorar su calidad de vida.

Mediante este proceso, el usuario se siente en familia desde el mismo día del ingreso, y se facilita la creación de vínculos con otros residentes y los profesionales que trabajan a diario a su lado.

Al mismo tiempo, este proceso busca trabajar la estimulación cognitiva del usuario, su memoria, y una adaptación y la cohesión al centro mucho más plena.

¿Cómo se hace una historia de vida?

En la historia de vida podemos recoger todos aquellos aspectos de la vida de la persona que sean importantes para ella.

Una estructura básica pasa por conocer sus datos básicos, costumbres, gustos y tradiciones, así como los detalles de su infancia, adolescencia, madurez y presente. Desde el lugar de nacimiento a sus padres, amistades, amores, estudios, religión, trabajo, hijos, vivienda, hobbies, entorno familiar y social…

Por supuesto, también es muy interesante saber si ha vivido algún periodo histórico y que le haya marcado. Para ello, nada mejor que contar con documentos personales como fotos, libros, etc.

No hay que olvidar que, además de recoger los datos de la vida de la persona en su pasado, es vital recoger sus sentimientos / estado de ánimo en el momento actual, para determinar sus expectativas de futuro y su nuevo proyecto de vida en la residencia.

Así, esta guía vital arranca tras el primer acceso al centro con una entrevista en profundidad a la familia y al residente para ir detallando aspectos concretos de la vida de la persona. Esa información se traslada después al equipo de El Cel de Rubí, de forma que todos los profesionales (terapeutas ocupacionales, médicos, fisioterapeutas,  enfermeros, psicólogos, etc.) podrán conocer al residente, diseñar un plan a medida, personalizar la atención, etc. En este sentido, la participación coral de todos es clave para unos cuidados y atención que respeten al máximo la autonomía y capacidad de decisión de las personas mayores

El acompañamiento del centro

Y para confeccionar la historia de vida o los diferentes tipos de historias, es necesario que participe una segunda persona, además de un familiar. Habitualmente, la historia de vida normalmente la recoge el terapeuta o la trabajadora social como parte del ingreso, y va adjunta al pictograma que se realiza sobre la parte social de la persona.

Como vemos, los beneficios de apostar por esta práctica durante el ingreso de cada persona mayor son muchos. Entre los más importantes destacan:

  • Potenciamos la memoria y fomentamos la orientación espacial y temporal, dado que la persona mayor se verá obligada a evocar los recuerdos de su vida.
  • Reforzamos su identidad y reconocimiento como persona, algo especialmente útil en personas, por ejemplo, con algún grado de demencia o Alzheimer.
  • Los profesionales pueden identificar las actividades específicas para cada residente, tanto las que necesita como las que le hacen disfrutar. Esto personaliza al máximo la atención y ayuda a que la persona esté más participativa, aprende más y se vea más involucrada en las actividades de la residencia.
  • Se fortalecen vínculos con la familia.

La importancia de conocer la historia de vida de cada residente

Observando sus beneficios, podemos entender mejor lo importante que es cada historia de vida de cada residente.

Porque la historia de vida es la herramienta clave para conocer ya de entrada a las personas, y esta personalización del cuidado es la llave del éxito en la atención. No en vano, conocer a las personas que acompañamos resulta la única forma óptima de poder apoyarlas en su nuevo proyecto de vida.

Saber de cada trayectoria individual, de su personalidad única, de su estado de salud física y mental, y del contexto sociofamiliar, condicionará su respuesta ante su estancia en el centro y la nuestra como profesionales en la atención. Y es que las personas mayores, lejos de ser todas iguales, manifiestan distintas necesidades, capacidades y expectativas.

En definitiva, con esta historia de vida podemos empoderar a cada persona para ser un agente activo en su día a día y no un mero receptor de cuidados.

Este método es especialmente beneficioso en personas que tienen alguna demencia y que no nos pueden explicar su pasado, ya que necesitamos que sus familiares nos expliquen su biografía para poder hacer el mismo trabajo. En definitiva, para respetar e intentar adaptar sus cuidados al máximo, aunque la persona por cualquier motivo no se dé cuenta.