En este blog ya hemos detallado algunos de los mejores consejos para proteger a las personas mayores en verano. Y tan obvio es que el verano es una época del año donde se tiene que redoblar el cuidado y atención de los mayores y personas dependientes, como que en invierno sucede exactamente lo mismo. Por eso, hoy queremos hablaros sobre los principales consejos de cuidado de personas mayores en invierno.
El frío: mayores riesgos para nuestros mayores
Durante el invierno bajan considerablemente las temperaturas. Esto supone un grave riesgo para la salud de las personas mayores. Tanto cuidadores como familiares, cuando llega esta época, nos encontramos ante situaciones que requieren prestar más atención si cabe, velar por el cuidado de los ancianos y prevenir los riesgos asociados a su salud durante los meses de mayor frío del año.
De hecho, junto al calor extremo, el frío puede ser el peor enemigo para los ancianos. Empezando por el riesgo de caídas o lesiones por el aumento de los días de lluvia y de nieve, siguiendo por su mayor susceptibilidad de sufrir los efectos de las bajas temperaturas en forma de catarros, resfriados y gripe, así como hipotermia, dolores de huesos y articulaciones, etc. tal y como recoge la guía de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología sobre las personas mayores más vulnerables ante el frío.
¿Cómo podemos cuidar a las personas mayores en invierno?
Como todos sabemos, en esta estación el riesgo de sufrir enfermedades cardiorrespiratorias, como gripes, catarros o neumonías, aumenta considerablemente, y se pueden agravar los síntomas de patologías articulares muy frecuentes en las personas mayores, como la artrosis o el reuma. A ello debemos sumar los cambios en el estado de ánimo.
De esta manera, para poder cuidar a los mayores durante el invierno, desde El Cel de Rubí apostamos por las recomendaciones que os ofrecemos a continuación.
Lavarse las manos con regularidad
También debemos citar los hábitos de higiene saludables en invierno, entre ellos y de forma destacada lavarse las manos con regularidad. Esto impide la proliferación de gérmenes que pueden desencadenar y propagar multitud de patologías, evitando coger la gripe, el resfriado y otras infecciones. Es muy importante lavarse las manos siempre que estén sucias, después de sonarse la nariz o ir al baño, así como antes de comer y preparar alimentos. En este sentido, es vital también usar pañuelos desechables.
Acondicionar la temperatura y los dispositivos adecuados en el hogar
Crear un espacio bien climatizado para impedir que los mayores se sientan incómodos es la base de su bienestar en invierno. De entrada, hay que mantener un aislamiento térmico adecuado de su residencia y que permita tanto el ahorro energético como que el sistema de calor sea eficaz. Así, la temperatura ideal para su hogar se sitúa en torno a los 21º C. Para ello, hay que evitar tener las ventanas abiertas durante demasiado tiempo y contar con buen sistema de calefacción. Y aparejado con este último, mucho cuidado con las estufas eléctricas, braseros y calefacciones de gas: pueden ocasionar graves accidentes domésticos por incendio o inhalación especialmente en viviendas con personas ancianas. La calefacción de gas o los radiadores eléctricos son más recomendables.
Junto a buena climatización, hay que proporcionar también una buena iluminación, especialmente en la habitación donde la persona mayor pasa la mayor parte del tiempo, ya que ayuda a estimular los mecanismos hormonales que estimulan el buen humor.
Y como consejo, los humidificadores son una excelente herramienta para mantener el aire hidratado y consumir aire limpio, así como mantener a raya las grietas y el enrojecimiento de la piel.
Cuidar la salud emocional mediante la socialización y las visitas
La socialización de nuestros mayores, con talleres (aquí os dejamos un ejemplo de nuestro taller de roboterapia), los juegos, grupos de debate y lectura, etc. son fundamentales. Es decir: ayudarles a ejercitar la mente con buenas lecturas, conversaciones, juegos de mesa… Al mismo tiempo, es crucial que mantengan un contacto frecuente con los familiares, que sientan ese apoyo en su estancia en una residencia o en su propio hogar, complementando la labor de los cuidadores.
Todo ello evitará que aparezca la nostalgia, el aislamiento, insomnio, tristeza, soledad o irritabilidad características de épocas con bajas temperaturas.
En definitiva, debemos procurar que el frío pueda incidir en la salud mental de las personas mayores, algo que puede llegar a deteriorar su capacidad cognitiva.
Actividades y ocio al aire libre
Las probabilidades de salir a hacer actividades al aire libre, fundamentales para mantener el cuerpo activo, se reducen considerablemente en invierno. Pero la actividad física no desaparece del todo. Un anciano necesita seguir ejercitándose en la época más fría del año, como mínimo durante unos 10 – 20 minutos una o dos veces a la semana. En cualquier caso, es importante mantener activa a la persona mayor de forma diaria. De hecho, en El Cel Rubí durante el invierno mantenemos la misma rutina de ejercicios diarios ya que la temperatura del centro siempre es una temperatura de confort para nuestros mayores.
Evidentemente, hay que ser más prudente los días de lluvia, nieve o viento, en los que hay más riesgo de caídas. Dar paseos, especialmente al mediodía con las horas de menos frío y más luz, y respirar aire puro, reduce el riesgo de contagio de gripe o catarro y mejora la circulación de la sangre.
Llevar la ropa adecuada
Hay que tener en cuenta que conforme se llega a la tercera edad se soporta menos el frío. Así, resistir a las bajas temperaturas también pasa por contar con el vestuario adecuado. Varias capas de ropa cálida y ligera cuando salimos a la calle, tejido transpirable para las prendas en contacto con la piel, y en definitiva la recomendación de llevar 3 capas:
- una primera en contacto con la piel para evacuar la humedad y mantener la temperatura corporal,
- una segunda que estabiliza la temperatura
- y una tercera (chaqueta) que impide que se pierda calor.
Recordemos que donde se produce mayor pérdida de calor es en la cabeza, manos y pies, para lo que se debe usar gorro, guantes y calcetines apropiados. Además, usar pijama grueso y, si es necesario, también ropa interior larga.
Vacunarse contra la gripe
El invierno trae consigo una mayor probabilidad de contraer un resfriado o gripe. Por tanto, una de las primeras acciones que debe hacer una persona mayor ante la llegada del frío es vacunarse contra la gripe estacional. La vacuna contra la gripe reduce hasta un 75% su aparición y disminuye un 70% las posibilidades de hospitalización. Y también optar, después de los 65 años, por la vacuna de la neumonía.
Esto se recomienda especialmente en el caso de los ancianos que sufren algún tipo de patología, ya que son más vulnerables a sufrir algún tipo de complicación o de tener un alto riesgo de complicaciones en el caso de padecer catarros o resfriados.
Alimentación equilibrada y cuidado de la nutrición
Durante el invierno, los mayores necesitan incrementar el aporte calórico de su dieta. De esta manera, se lucha contra la pérdida de calorías que provoca el frío. Por ello, en invierno es necesario ofrecerla una dieta rica en frutas y verduras de temporada, así como aumentar la ingesta de cítricos (ricos en Vitamina C) e hidratos de carbono como arroz, pasta o legumbres. Es preferible hacer comidas ligeras, ricas y equilibradas, además de ingerir bebidas calientes como sopas de verduras, una buena fuente de vitaminas, y productos bajos en grasa (pescado y carnes magras), que contribuyen al bienestar del organismo.
La importancia de la hidratación
Además de una adecuada alimentación, es obligatorio mantener también una hidratación adecuada. ¿Cómo? De entrada, los mayores deben tomar al menos dos litros de líquidos diarios (entre 8 y 10 vasos al día) y beber abundantes líquidos, ya sea agua, infusiones, caldos o zumos, incluso cuando no se tenga sensación de sed. Mejor evitar las bebidas con cafeína y alcohol.
El cuerpo sigue necesitando hidratarse y beber, ya que el clima puede resecar la piel, generar la aparición de ronchas, escamas y grietas…
Cuidar de las personas mayores en invierno es más importante incluso que en otros periodos del año, ya que necesitan sentirse queridos, estar bajo los mejores cuidados en un ambiente de bienestar, mantenerse activos, seguros, con una dieta equilibrada y sin ver alteradas sus relaciones sociales. Todo, para garantizar su salud y evitar complicaciones con la llegada del frío.